ECLIPSE
Por Benjamín H. Yáñez Campero
MADRES SOLTERAS
¡Pecado-calentura-bendición
ó…!
Desde
los inicios de la vida, han existido las Madres Solteras, por razones
diferentes; ya sea por abandono, por decisión personal, por equivocación o calentura, desconocimiento y hasta por
violación, la verdad es que su existencia es tan antigua como la misma
humanidad. Conceptualmente son mujeres que sin estar casadas “llevan a cabo la
crianza de los hijos y el manejo del hogar sin compañía de una pareja”, por
circunstancias del destino o por determinación propia.
Ahora
bien, este fenómeno sociológico se evidencia a plenitud a partir de la mal
llamada, desde mi punto de vista, Liberación Femenil; con ella las mujeres
buscaron y encontraron espacios en el mundo laboral, político, deportivo y
cultural, por decir algunos, que estaban equivocadamente reservados de manera
exclusiva a los hombres, gracias a esa circunstancia las mujeres concluyeron
que no tenían porque depender de un varón y su antiquísimo rol de proveedor,
ahora ellas también podían satisfacer las necesidades de sus hijos y las
propias sin el yugo o el compromiso de una pareja.
Pero
como en todos los aspectos de la vida, existen un sinfín de posibilidades para
escudriñar un tema y desde luego este no es la excepción; Así pues, bajo la
mira inquisidora de la religión, una madre soltera es un “ser en pecado, que
dio rienda suelta a sus deseos carnales y que no opto por el sacramento del
matrimonio”.
Para
las vecinas metiches del ocho o para
la parentela puritana que todo critica: “esa niña salió con su domingo siete
por calenturienta”, si ya lo decía yo “tanto libertinaje no deja nada bueno” o
bien para la clásica comadre que de todo lo sabe y opina: “hay miguita ya te lo decía, que ese
muchachito no tenía buenas intenciones” o en su defecto para los pendejos de los cuates del
irresponsable padre en fuga: “se lo advertimos, que era una zorra que lo quería atrapar”
y no pueden faltar el delicado
grupo de amigas intimas que a sus
espaldas clavan alfileres a su reputación como a muñeco de vudú: “se los dije
que era una fácil”, “yo le dije que se esperara”, “mmmm le traía ganas”.
Existe
también la visión de esos que no entienden, ¿por qué? con tanta información
alguien resulta embarazada; ¿por qué? con tantos métodos anticonceptivos al
alcance, una mujer se embaraza; ¿por qué? aun con la pastilla del día siguiente, se embarazó. Claro, aderezada con
frases celebres de la cultura popular mexicana: “está bien…le ganó el amor,
pero que se tome la pastillita”, “ya saben muchachos, sin gorrito no hay
fiesta” o “si ya anda en esas lides que se cuide”. El caso es que existe un
sentimiento o sensación de incredulidad, que se deriva de la gran disponibilidad
de información que está al alcance de los jóvenes, del papel que brinda el Internet
y el sin fin de campañas institucionales y de organizaciones no gubernamentales
que han puesto a la mano de quien quiera toda la información y los propios
métodos de anticoncepción y protección de enfermedades de transmisión sexual.
Siempre
hay la visión de los padres, de esos que ya dieron vida y que esperan, desean
lo mejor del mundo para su queridísima hija, para su princesa, la muñeca de la
casa, la adoración del Padre y el orgullo de la Madre, nace aquí la marejada de
sentimientos encontrados y de reacciones que rasan los ojos o que indignan.
Reacciones todas entendidas, nacidas lo mismo de la frustración o de la
sensación de fracaso, así como del más puro sentimiento de compasión y empatía,
frases que hacen mella; “me fallaste”, “traicionaste nuestra confianza”, “nos
decepcionaste” o peor aun “olvídate de que tienes familia”.
Por
fortuna, hay otros que siempre podrán ver un mismo hecho con otros ojos, para
ellos la llegada de un niño a la familia es siempre “una bendición”, visión que
el editor comparte, para estos personajes siempre habrá la posibilidad de un
lugar más en la mesa y en sus corazones, “donde comen dos…comen tres”, para
otros, los menos expresan su alegría diciendo “qué bueno ya seremos más en la
familia”.
Lo
cierto es que podemos compartir o coincidir con una o más de estas u otras
tantas visiones, pero para el de la pluma existe una más rosa, pero mucho más poderosa y alejada de los existencialistas,
que defienden la tesis que cada individuo es libre y totalmente responsable de
sus actos, sin prejuicios morales. Una que pocos se toman el tiempo para
analizar, para entender, para no juzgar, para dejar de hacer conjeturas, una
que anida en las entrañas de cada fémina, que es a la vez origen y destino, que
conjuga como alquimista algunos de los frascos que integran su esencia, que le dan
forma y las convierten en ese ser de excepción.
Esa
poderosa combinación explosiva, que surge de mezclar la confianza ciega con el
amor, esa que les hace creer en las falsas promesas de un vivales o de un
cobarde; que a pesar de las claras evidencias, su magnánimo corazón les obliga
a seguir hasta el final sin importar más nada, ni ellas mismas ni su futuro o
reputación. Ensoñación, ilusión y esperanza que les da la pureza de alma y que
es abatida por la dolorosa realidad; creen en la legitimidad de un beso
apasionado, en la entereza de una caricia y en el estruendo de una promesa de
amor.
Se
entregan, no al hombre ni al príncipe azul, ni al patán o al pocos huevos que las abandona o no
reconoce a su hijo, mucho menos a sus instintos o a su bajas pasiones, tampoco
son presa de la desinformación o de su calentura
y desde luego no son pecadoras; se entregan a su condición de mujer, a su amor
incondicional, a la promesa que ellas mismas se hacen, se entregan a la
inquebrantable esperanza de lo puede llegar ser, en fin son presas de ellas
mismas, del amor, compromiso y confianza que le llegan a brindar a un ser que
no tiene el mismo alcance de miras, la misma entereza, el mismo coraje y
corazón, y que al final del camino las traiciona, se traiciona, les rompe el
corazón, las marca, las señala y las bendice al mismo tiempo con la maravillosa
experiencia; la de ser madres, la de dar vida, la de iniciar así la más noble
de las encomiendas, de acercarse a la divinidad; una Madre es eso, simplemente
una Madre, sin tildes ni aforismos.
¡Asumo…ser Madre
es una condición excepcional, que ningún hombre habremos de experimentar!
El Morral
del Ciego:
Que nos deparará el destino o mejor dicho el Tribunal
Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) o aun mejor dicho, López
Obrador, la camarilla de dirigentes del Movimiento Progresista y los miles de seguidores
del tabasqueño que aun confían ciegamente en su voz mesiánica, cuando antes del
próximo 5 de septiembre el TEPJF anuncie que el total de casillas anuladas en
la votación del pasado 1º de julio para elegir al nuevo Presidente de México,
no alcanza para anular las elecciones y así sumir al país en una de las peores
crisis de ingobernabilidad, de credibilidad ante concierto internacional y de
inestabilidad económica. Esperemos lo peor, pero nunca un “estallido social”
como han amagado los pseudo hombres y mujeres de izquierda que encabezan ese
movimiento; recordemos que esta será la única forma con la que López Obrador
podrá lucrar/transitar en la vida pública hasta las elecciones del 2018, en las
que renacerá sin duda alguna con otro movimiento más. ¡México país de paz!
Comentarios
Publicar un comentario