DE LA EUFORIA, ENOJO, CONSTERNACIÓN Y OTROS SENTIMIENTOS ENCONTRADOS
ECLIPSE
Por Benjamín H. Yáñez Campero
DE LA EUFORIA, ENOJO,
CONSTERNACIÓN Y OTROS SENTIMIENTOS ENCONTRADOS
El
día de ayer, el país entero se paralizo por la transmisión del partido de
futbol entre la selección Holandesa y la Mexicana, un encuentro que por los
propios antecedentes históricos de cada equipo y su desempeño en otras copas
mundiales, se antojaba como para que los tulipanes hicieran ver muy mal a
nuestra selección, pero tras el brillante y si dije brillante, desempeño del combinado
mexicano en los tres encuentros previos, existía en el sentir colectivo un gran
halo de confianza y esperanza que nos ponía en la línea no solo de anhelar el
quinto partido, sino en la ruta de la posibilidad misma de conseguirlo con el
desempeño propio de los jugadores y no por un milagro de Dios. Tras haber trascurrido un primer tiempo cardiaco para toda la
afición mexicana, la esperanza y los anhelos se fueron convirtiendo en una
tangible posibilidad y llegado el minuto 48 del encuentro, Giovani dos Santos sacudió
la red de la portería holandesa, confirmaba la superior Azteca en el campo de
juego y abría la puerta de la ensoñación de un país entero, el Tri hacía valer
su superioridad en medio campo y nos perfilaba a una larga, deseada y hasta
merecida celebración.
Pero
tras haber conseguido el gol que nos ponía literalmente en los cuartos de
finales y en la ruta de jugar una final mundialista, el técnico y los
seleccionados mexicanos decidieron dejar de hacer lo que les había funcionado
en los cotejos anteriores, atacar, ofender, presionar, encimar a sus rivales, táctica
probada que había alcanzado para ponernos en ese juego, dice la máxima, que
cuando algo funciona no hay que cambiarle ni los errores, pero a diferencia de
ello nos echamos para a atrás, tratamos de conservar la corta diferencia y cedimos
el control del juego, fueron 30 minutos de una completa embestida holandesa, Miguel Herrera sacó a Giovani y a Oribe
Peralta, México dejó de tener la pelota y regalo todo el medio campo, Holanda
tuvo la iniciativa y se convirtió en juego de un solo lado, hasta que Sneijder prendió
de derecha un cañonazo a la portería de Ochoa para decretar el empate. México
se silencio, se caía un ídolo, pero aun así la esperanza seguía viva, el
Tricolor podría ganar en los tiempos extras, confiamos que el clima hiciera su
parte y diezmara la capacidad física de nuestros oponentes, pero tras agregar 6
minutos de juego el árbitro portugués Pedro Proenca, Robben entró al área
burlando connacionales hasta que encontró la pierna de Rafa Márquez para
conseguir un penal, que en opinión del mundo entero, excepto los holandeses, no
existió, el delantero aflojó el cuerpo y se tiró sendo clavado que termino con
el sueño mexicano.
Habrá que anotar que durante todo el torneo el
arbitraje ha dejado mucho que desear, pero en especial con México fue más que
notorio, pareciera como si hubiese habido una consigna de echarnos fuera a como
diera lugar. Así
es el juego, gana el que más goles mete, legales o con engaños, con fallas
arbitrales o con habilidades individuales y/o colectivas pero con goles.
Pero
lo verdaderamente rescatable, al menos para el de la pluma, es que en los tres
primeros partidos y en el primer medio tiempo del cuarto, vimos jugar a una
Selección Mexicana de tú a tú con sus rivales, sin pedir ni dar cuartel, vimos
a un grupo de mexicanos comprometidos, con dignidad y coraje defendiendo la
camiseta, vimos un país entero entregado a su equipo, la afición mexicana, la
que viajo a Brasil hizo que en tierras cariocas jugáramos como locales, en todo
el territorio Nacional hubo muestras de alegría, respaldo y solidaridad con su
equipo y cuerpo técnico, situación que en años no se veía, me quedo con los
gritos de emoción generados, con la convivencia familiar en torno de un solo
proyecto, con la certeza de que con trabajo y agallas se puede lograr lo que
sea, me quedo con la satisfacción de lo vivido, sin que esto parezca
conformismo, me quedo con el buen sabor de boca que este equipo nos dejo, lo demás
ya será para el análisis y crítica de aquellos que se dicen expertos, o de las
voces que solo se enfocan en lo malo, o de los frustrados que aseguran que “jugamos
como nunca y perdimos como siempre”, o de tantos y tantos que desde la critica sin razón
prefieren hacer leña de árbol caído, o de los obtusos y de miras muy cortas que
solo pueden ver una “cortina de humo”, yo como se los dije decido en conciencia
quedarme con ese buen sabor de boca que nos generaron.
El morral del ciego:
En
atención a lo extenso del ejercicio solo me resta decir: la vida sigue y ya
habrá otras oportunidades.
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