EL OTRO BRASIL
ECLIPSE
Por Benjamín H. Yáñez Campero
EL OTRO BRASIL
Todos
sabemos mucho de Brasil, país en el que confluyen un crisol de razas, costumbres
y creencias, somos testigos del multicolor de su cultura despreocupada, la
maravillosa magia ecológica de su inmenso territorio; todos hemos deseado en algún
momento de nuestras vidas asistir a su deslumbrante carnal y bailar samba hasta
el amanecer por sus calles y playas de ensueño. Quien no sabe de la belleza
escultural de sus mujeres, aunque esta sea producto de bisturí y la bendita costumbre
de asolearse en topless y con una diminuta tanga, esos sí, sin importar su
edad, o bien quien no ha visto al menos una imagen del Cristo Redentor o
Corcovado en lo alto de la bahía de Rio de Janeiro. Pero sobre todo quien en el
mudo deportivo no sabe de la pasión por el fútbol de los brasileños, de sus
grandes dotes y su sin fin de capacidades gambeteras y goleadores de sus
jugadores.
Pero
detrás de toda la música, fiesta, alegría, belleza y por supuesto del fútbol y
su pasión llevada a extremos de fanatismo, existe un Brasil lleno de
contradicciones y desafortunados contrastes, un país donde la corrupción ha
sido lacerante, donde los polos de la sociedad están cada vez más distantes,
donde las familias marginadas se hacinan en las Fabelas y viven a la sombra y desasosiego que produce el
narcotráfico, que es en la mayoría de ellas, la única autoridad y forma de vida
y la drogadicción el único camino para evadir una triste realidad, de desempleo,
inseguridad, hambre, falta de empleo y lo más grave de un futuro cierto en
condiciones mínimas de dignidad.
Situación
que ha quedado de manifiesto tras la inminente inauguración del Mundial de Fútbol Brasil 2014, hemos
sido testigos de manifestaciones, huelgas y un descontento generalizado por los
altísimos costos que se les han impuesto a los cariocas para cubrir las enormes
especificaciones de la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA) para
lograr celebrar la justa deportiva y el negocio de sus vidas para muchos de sus
dirigentes, funcionarios de gobierno y un sinfín de empresarios de élite.
A
Brasil han llegado alborotadores profesionales como los Anarquistas de
distintas latitudes del orbe, han agitado las conciencias para que se acentúe la
división, el descontento y el encono social, se ha juntado el hambre con las ganas de comer. Desgraciadamente
podemos esperar lo peor durante el desarrollo del Mundial, desde bloqueos a las
sedes mundialistas, aeropuertos, grandes manifestaciones teñidas de violencia y
sangre, hasta –esperemos la nula- la posibilidad de ataques terroristas, por
desgracia las condiciones sociales y económicas están dadas, confiemos en la
única opción visible, la pasión de los brasileños por el fútbol, que esta sea bálsamo
para su encono y tranquilice las aguas, para que pasada la justa y de manera
independiente y soberana resuelvan la problemática interna y no tengamos vidas
que lamentar.
El morral del ciego:
En
más de la fiebre futbolera, grande será la derrama económica para restaurantes
y bares del mundo entero que trasmitirán los partidos del mundial, directamente
proporcional del ausentismo y baja de productividad que sufrirán las empresas
por la misma causa.
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